INVESTIGACION OVNI: CASO 23/07/10
Durante la noche del 30 de julio de 2010 un grupo de unas 25 personas participábamos en una alerta ovni organizada por el programa radiofónico de El último peldaño. Durante el transcurso de la misma un hombre, acompañado de su familia, paró su coche a nuestro lado y curioso preguntó por nuestras actividades. Tras ponerlo al corriente, pues creo que conocía a alguno de los asistentes, el hombre nos contó la siguiente historia: hace una semana (23 de julio de 2010) venía caminando por aquel camino (señalaba al camino que estaba justo enfrente de donde nos encontrábamos apostados). Era casi medianoche porque con este calor no se puede andar. Desde allí lejos (señalaba la parte del camino que se perdía en el horizonte, a un kilómetro aproximadamente) veía que aquí había una luz roja intensa, del tamaño de un puño, que estaba en el suelo y no se movió durante todo el tiempo en el que estuve viendo. Al día siguiente vine con mi hijo y encontramos una marca en el suelo, blanca como la arena de la playa, que formaba un círculo perfecto de 5 metros de diámetro”. El hijo, de unos 8-10 años, confirmó este punto. Ante la insistencia de la esposa, que llevaba en sus brazos a una hija enferma, tuvieron que irse, con el compromiso de volver inmediatamente. Padre e hijo cumplieron su promesa y ratificaron punto por punto su historia.
El supuesto lugar del aterrizaje estaba a escasos 200 metros de donde estábamos, por lo que un grupo de siete personas nos aventuramos a localizar e inspeccionar el terreno con ayuda de unas pocas linternas. Los resultados, como era de suponer, no fueron todo lo satisfactorios que esperábamos y me comprometí a volver a la mañana siguiente y hacer una inspección ocular a la luz del sol. De día era fácil ver el montón de leña a medio quemar que ya viéramos la noche anterior y que los testigos negaron fuese lo que ellos habían visto. Después de varias vueltas bajo un sol que ya empezaba a apretar, descubrí una depresión del terreno casi circular, de unos 10 metros de diámetro, que se distinguía del resto. Con una lupa miré sobre y bajo la superficie y llegué a la conclusión de que esa zona no podía ser la que indicaban los testigos: el tamaño era casi el doble al indicado y nada había en la tierra que tuviera partículas “blancas como la arena de playa”, debiéndose la pequeña diferencia de coloración a que la labor agrícola que se le había practicado al terreno (el paso de una reja que araña la superficie y deshace los terrones formados por el arado) había sido ahí mucho más superficial que en el resto, precisamente por la deformidad de la tierra.
Cuando decidí irme hacia mi coche descubrí la marca que con toda seguridad habían visto los testigos. Estaba a muy pocos metros de donde estaba la pira de leña sin quemar aún. Coincidía perfectamente con la descripción dada y todavía era apreciable el color más blanquecino del terreno. Hubiera sido muy fácil para algunos “imbestigadores” (*) mostrar como prueba evidente que la huella eran los restos de una aterrizaje ovni, pues el suelo estaba marcado mientras las hierbas de su interior no mostraban rastro de combustión alguna, pero eso conmigo no va. Por ello, la cronología de los hechos que explicarían el incidente podía haber sido como sigue: el día 23 de julio el testigo caminaba por el campo y ve a lo lejos una quema agrícola, pero no de rastrojos (es época de quemar rastrojos) sino ramas y troncos de árboles. No ve llamas porque los troncos están en ascuas y no se producen. Al día siguiente acuden padre e hijo y ven los restos circulares de una hoguera anterior sobre la que ya había pasado la reja “destripaterrones”, que sería la que habría dejado los trozos de hierba sin rastros de fuego. ¿Rebuscado? Por supuesto que no. La pira de leña a medio arder deja en el suelo una marca circular de color gris claro sin restos de hierba (fuego posterior a las labores agrícolas a las que hago referencia) mientras que la anterior marca circular, al ser excavada su superficie por mí, pone al descubierto restos de ramas a medio quemar que habían sido enterradas con el paso del apero agrícola.
Quien quiera buscarle tres pies al gato puede perder el tiempo pensando en que se ha producido un paso más para el futuro contacto extraterrestre pero, para mí, después de haber curioseado, la explicación es bien distinta. El testigo no mintió pero su apreciación sí fue errónea, confundiendo la visión de una hoguera con los restos de otra hoguera producida con anterioridad.
De todas formas allí está el terreno, abierto a quien quiera acercarse. Julio de 2010. (*) Imbestigador: Investigador capaz de inventarse cosas con tal de vender "miedos y sustos" en las revistas especializadas. |